Fue un sábado al fin, por la puerta grande y con todos los honores. Lloraba a traves del primer golpe de bisturí y en unos minutos su mirada atenta ya nos escudriñaba a su padre y a mí.
Es sencillamente un milagro. De repente hay algo que depende totalmente de tí, a parte de tí misma, y agradeces toda la ayuda que puedas recibir. La vida se vuelve simple y las necesidades verdaderas y primarias, desprovistas de artificio y formas veladas: felicidad, dolor, lágrimas, emoción, amor, el momento de la verdad para las conexiones a tu alrededor...
El monito no sabe lo que pasará mañana, pero estará junto a su cuna igualmente, como yo.