viernes, 14 de septiembre de 2012

...y de repente dejó de ser un bebé

Esta semana todo el mundo mira a Cat y dice: "¡¡pero si este ya no es un bebé, tiene cara de niño grande!!". Cada vez que alguien lo hace se mezcla la satisfacción con una punzada de melancolía. El lunes empezará a ir a la guardería y es cierto que su expresión va siendo cada vez más de comprender lo que dices y estar reflexionando una respuesta comedida...

Es raro. Nunca le pusimos lazos ni puntillas ni trajes azul claro, y el arrullo bonito extradelicado de bebé no le duró una semana. Tuvo unos tejanos (y los llevó) antes de cumplir un mes, y las camisas y los polos le sientan bien de forma natural, pero hoy querría ponerle un pelele blanco extra suave de pies a cabeza con ositos y conejitos y comérmelo a besos, y que él soltara esas carcajadas tan suyas de jo-mamá-qué-loca-estás... En fin, que mi tiempo para él en exclusiva se acaba y ya lo estoy echando de menos, aunque me apetezca también volver a ordenar mi vida un poco y pensar algo en mí de nuevo, en conectar lo que quiero hacer con lo que debo y lo que me apetece y hacerlo, sencillamente porque lo he planeado... Este dejarme llevar está dejando numerosas bajas entre mis neuronas, el vivir a través de los horarios y las necesidades de otra personita, sin importar si es de día o de noche, o lo que piensen los demás... Ha sido un descanso de mí misma, y aunque todos sabíamos que todo lo que tiene un principio tiene un fin, y que evidentemente y aunque suene a tópico ha pasado demasiado rápido, no dejo de mirarle y querer detener el tiempo un ratito, para poder contemplar su carita y abrazarle de nuevo sin pensar en nada más.

Hoy tras el desayuno se ha quedado dormido conmigo en el sofá y ha lanzado esa sonrisita de satisfacción involuntaria (fruto de los gases dicen tal vez), que ya no se prodiga tanto y que para mí ha sonado a despedida. Porque hay que estar ahí para verlo: si tras comer lo incorporas, o lo mueves rápido con cuidado a la cama o cualquier otro lugar para "aprovechar" para hacer otras cosas, te lo vas perdiendo, una y otra vez, hasta que de repente un día se termina y sólo te queda echarlo de menos. Para mí esa sonrisilla relajada y plena, y su reflejo en mi mirada junto a la ventana, es la imagen de estos meses. Y espero recordarlo para siempre....