Ahora que Cat ya empieza a juntar las dos manitas y a reirse a carcajadas, especialmente con la canción de los Lunis (véte a saber por qué....) estamos disfrutando un poquito de la piscinita, el sol y el mar, el adictivo mar mediterráneo que hace que el verano merezca siempre la pena.
Bajar a la playa a las 10 es una experiencia nueva y fantástica, casi mística, sobretodo tras ver una sesión doble de cine de verano ayer noche, con carrito y todo. Tres meses después hemos roto la última barrera y hemos hecho lo único que no habíamos podido hacer juntos todavía en este tiempo... Una delicia.